Tamales: ofrenda para los dioses
Una antigua leyenda expresa el alto simbolismo de este alimento ancestral en la visión cosmogónica de las etnias de México
El maíz como alimento básico articula la cosmovisión y la vida ceremonial, en el calendario ritual ocupa la mayoría de las celebraciones vinculadas con el ciclo de su cultivo. Por otra parte construye la identidad como persona y de la colectividad, al enunciar que el ser humano está constituido con carne y sangre originado de la ingestión del maíz, así mismo la energía vital posibilita la organización social que articula la familia con la sociedad, expresa Arturo Gómez Martínez en su estudio Los tamales: ofrenda y simbolismo entre los nahuas de la Huasteca veracruzana.
En diversos mitos prehispánicos, la creación del tamal se remonta al origen de la humanidad. Los dioses exigieron ofrendas a los hombres, quienes accidentamente cocinaron el tamal. Sacrificaron al guajolote para el tutelar del fuego (Tlitl), su cuerpo fue untado con salsa de chile, jitomate, frijol y pepitas de calabaza, luego lo envolvieron en hojas de plátano y palma, hasta que la mortaja quedó atada con mecates. Posteriormente cavaron un horno en la tierra y depositaron 52 piedras, encima amontonaron una ofrenda de leña de 20 unidades; luego le pusieron resina de copal y le prendieron fuego.
“Cuando la leña se convirtió en brasas, inmediatamente colocaron la mortaja del guajolote y cerraron la sepultura con tierra. Al día siguiente abrieron el enterramiento y sacaron el cuerpo del ave cocinado en zacahuil (bulto alimenticio), las divinidades agradecieron la ofrenda y en retribución ordenaron a todos los habitantes consumir el tamal para nutrir y fortalecer su cuerpo, enunciando que contiene la energía sagrada de la tierra”, precisa Gómez Martínez.