Izadi culmina su festiva recuperación de la garnacha

La bodega de la Rioja Alavesa lanza el tercer vino de la trilogía centrada en esta uva: Larrosa negra
Búsqueda, innovación, expresión del terruño en términos actuales son elementos distintivos de la filosofía de trabajo de la bodega riojana Izadi. Surgida a finales de los 80 del siglo pasado, bajo las directrices de Gonzalo Antón y un grupo de empresarios de la ciudad de Vitoria, en el País Vasco, la bodega se ha posicionado como referente en la traza de nuevos componentes en la crónica vitivinícola de la Rioja Alavesa.
Ya bajo la guía de Lalo Antón, hijo de Gonzalo y director actual de la bodega, el proyecto Larrosa es sinónimo de ese manifiesto de introspección y creatividad. Surgido hace poco más de un lustro, expresa la ponderación de cepas poco valoradas, al menos en el firmamento riojano, ante el embate festivo de la cepa Tempranillo, insignia del vino español en términos comerciales. En medio de esa euforia, Izadi apostó por la recuperación escénica de la Garnacha como pilar de un proyecto ambicioso destinado a explorar las posibilidades de esta uva en vinos de plena vitalidad, propositivos, con etiqueta de aventura y anticipación en su momento histórico.

Hoy Larrosa cierra un proceso de conformación con el lanzamiento en España de Larrosa Negra, cierre de una trilogía iniciada con Larrosa Rosé y seguida por Larrosa Blanca.
“Ha habido mucha ambición en este proyecto que hoy tiene su culminación con la presentación del tercer vino de la serie. El proyecto Larrosa arrancó con la idea de hacer algo diferente; pero también de experimentar con una uva que estaba cobrando una dimensión especial en otras zonas, si bien en Rioja no estaba siendo del todo valorada. Así es como surge Larrosa Rosé, anticipándonos también a lo que sería la transformación de los patitos feos del mundo del vino. Hablamos de un vino de avanzada, de gran técnica en su hechura, fresco, en un estilo provence en el que prácticamente tiende a ser un blanco”, expresa Alejandro Gil, Export Manager de Bodegas Izadi en Latinoamérica.
“Fue un parteaguas en varios sentidos. Por un lado representó el rescate de una variedad de uva que estaba en el olvido, valorando la riqueza y diversidad que ofrece el campo, a la vez que haciendo una recuperación de ese patrimonio. Por el otro, puso también de manifiesto otra manera de ver los rosados, abriendo una brecha para este tipo de vinos en toda España. Hoy cualquier bodega que se precie de tener un cierto reconocimiento cuenta con un rosado en su portafolios”, agrega.

Larrosa blanca es la segunda parte de esta secuela que lleva a la Garnacha blanca a su quintaesencia en término de suelo y altura, recurriendo a viñedos viejos cultivados a 700 metros sobre el nivel del mar. “La frescura es una característica esencial de estos vinos que son una joya única, tanto en calidad como en cantidad, ya que hablamos de una variedad superminoritaria: solo 1.7% de los viñedos plantados en Rioja corresponden a Garnacha blanca”.
Con Larrosa negra, producido a partir de Garnacha tinta, Izadi culmina conceptualmente la apología en torno a esta variedad con un vino que ha tenido seis meses de paso por barricas de roble francés y americano. La acidez característica de esta variedad se ha potencializado, teniendo un suma un vino de notable golosidad, dice Alejandro, pero con una justa medida.
“Es un vino más domado, de marcadas sutilezas y con notas que, me atrevo a decir, nos recuerdan un pinot noir. Es un vino que abre nuevas perspectivas al placer y al conocimiento del vino, a la manera de como Izadi ha sabido consolidarse a largo de estos años; sin esbozar un estilo clásico, pero posicionándose a su manera como un clásico de Rioja, sin perder de vista un concepto divertido, de total actualidad”, expresa Alejandro Gil.
www. izadi.com