Conoce más del amaranto
Los días 1 y 8 de junio, la Fundación Herdez realiza el ciclo de conferencias Amaranto: Comida cotidiana y ritual, desarrolladas con la participación de especialistas en diversas disciplinas académicas, así como del ámbito culinario, que nos darán una visión sobre la relevancia y proyección de este producto presente en la alimentación de los mexicanos desde la época prehispánica.
El amaranto, advierte la Comisión Nacional para el Uso y Beneficio de la Diversidad (Conabio), fue cultivado y utilizado desde la época prehispánica por diferentes culturas del centro del país. Se estima que se aprovechaba desde hace 5 mil a 7 mil años aproximadamente.
“Entre los nahuas, se conocía como huatli tanto la planta como la semilla. La planta se utilizaba como verdura y en la preparación de tamales y tortillas. Con los granos preparaban una harina que servía de alimento en viajes o recorridos largos, y que, amasada con maíz molido y miel de maguey, denominado así tzoalli, elaboraban diversas figuras, como pequeñas estatuas de sus dioses”.
En su Historia General de las Cosas de Nueva España, Fray Bernardino de Sahagún explica que “para celebrar la fiesta que llaman Panquetzaliztli, tomaban semillas de bledos [huautli] y las limpiaban muy bien… y las molían delicadamente, y después de haberlas molido, estando la harina muy sutil, amasábanla de que se hacía el cuerpo de Huitzilopochtli […] luego deshacían y desbarataban el cuerpo […] y el corazón […] tomaban para el señor o rey, y todo el cuerpo y pedazos que eran como huesos del dicho [dios] lo repartían en dos partes, entre los naturales de México y Tlatilulco”.
Fue precisamente este carácter religioso lo que determinó que los españoles prohibieran su cultivo luego de la Conquista, no obstante que el amaranto tenía un valor estratégico en la alimentación de los antiguos mexicanos, en sintonía con el maíz, el frijol, el chile y la calabaza.
De acuerdo con la información de Fundación Herdez, “se dice que los conquistadores le llamaron ‘bledo’ a esta planta por considerarla de bajo valor, incluso un hierba que afectaba a otros cultivos. Con el auge de la venta de productos orgánicos, el amaranto ha encontrado un espacio en un mercado que trasciende lo popular. Aunque la alegría prevalece como la forma del amaranto preferida por gran parte de los mexicanos, es posible encontrar platillos como pizzas o helados de amaranto, o otros más tradicionales, como mazapanes, atoles o palanquetas con esta preciada y atemporal planta”.
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