Celebran la historia del Nebbiolo Reserva Privada, una leyenda del vino mexicano
El Ing. Joaquín Leyva, figura indiscutible en la evolución de Bodegas Cetto, habla sobre la relevancia de la Nebbiolo en la evolución de la industria nacional y su importancia en los mercados del mundo
Bodega icono de la vitivinicultura mexicana, LA Cetto celebra en 2024 el 38o. aniversario de su Nebbiolo Reserva Privada: el concepto, la historia, la leyenda que ha sido parte fundamental del éxito de esta empresa bajacaliforniana, definiendo un signo de identidad para toda la industria de la región y haciendo de la Nebbiolo una uva de arraigo nacional.
Como parte de las celebraciones de este momentum histórico, LA Cetto realizó recientemente una cata vertical, con algunas de las añadas históricas del Nebbiolo Reserva Privada. Este recorrido que comenzó en 1986 y concluyó con la añada 2019, dio muestra del oficio, carácter y continuidad que es esencia de la bodega, advierte el Ing. Joaquín Leyva, figura imprescindible en esta crónica del vino mexicano, ya que fue gerente de producción de LA Cetto desde 1975. Aunque ya está jubilado, sigue fungiendo como asesor técnico.
Hacia principios de los años 50, en el siglo pasado, el enólogo Esteban Ferro plantó las primeras parras de Nebbiolo en Baja California. Sin embargo 10 años después abandonó su cultivo, al retirarse de la actividad vinícola. En 1968 don Luis Agustín Cetto, director entonces de la bodega, dio seguimiento a la tarea empredida por Ferro, decidiendo traer directamente de Italia sarmientos de un clon diferente, convencido de que sería el perfil indicado para los vinos que buscaba desarrollar”, expresa Joaquín Leyva.
El especialista se muestra orgulloso de ser parte de esta historia que representa no solo el devenir de una empresa, sino de toda una comunidad y de la proyección de México en el panorama mundial del vino. “El Nebbiolo ha sido el vino más premiado y el que representa la tradición que es parte esencial de la bodega. Hemos sido punteros desde hace muchos años, antes del boom del vino mexicano, además de que somos una empresa familiar como tal, con el paso de varias generaciones en su operación.
“Creo que si algo puede distinguirnos, y eso es algo que apreciamos en nuestros vinos, ha sido la consistencia y la constancia; no existen cambios abruptos de estilo y calidad entre las distintas añadas: primero con el oficio del enólogo Camilo Magoni y ya en 2012 con la participación de Sebastián Suárez. Es otra de las razones que han fortalecido nuestra imagen y ha dado solidez a nuestra presencia, tanto en los mercados nacionales como en el extranjero”, indica.
Agrega que a los largo de sus casi 50 años en la empresa ha podido constatar la integración y la continuidad como valores intrínsecos de Cetto, y que se refleja sobre todo en el espíritu del personal. “Es una cohesión que no solo se refleja en el nuestro trabajo y en la dinámica de la bodega, sino ante todo en el vínculo que mantenemos con la comunidad; esto también se manifiesta en el impulso que hemos dado a través del tiempo al vino como parte de un estilo de vida, de una cotidianeidad que ha roto mitos y barreras culturales.
“Hoy los jóvenes abren nuevos espacios a la cultura del vino; es una nueva época en la que crece su consumo precisamente a través del impulso que ha tenido entre las nuevas generaciones. Es algo que nos da mucho gusto, porque precisamente desde hace décadas hemos sido parte de la actitud de una comunidad que integra este producto a sus momentos familiares, sus momentos de amigos, a las celebraciones importantes”, resalta.
Joaquín Leyva explica que frente al avance en los mercados nacionales y extranjeros, la industria del vino mexicano, como en otras latitudes, enfrenta transformaciones drásticas que obligan a valorar el panorama y encontrar soluciones que vayan también de acuerdo con una ética social y la responsabilidad con el medio ambiente. En el caso del cambio climático, es algo que no puede eludirse y que debe enfrentarse con una responsabilidad total, como ocurre también que el tema del agua.
“A través de las décadas, desde el siglo pasado, hemos sido congruentes con las necesidades de la tierra y de la sociedad. El uso de una tecnología adecuada ha sido uno de los elementos a los que hemos dado preponderancia. Siempre hemos estado en la búsqueda de los elementos tecnológicos que nos permiten ser mejores y cumplir con nuestras responsabilidades: es otra de las constantes de la bodega desde sus inicios, en los años 70, en la actualidad; es algo que distingue nuestra filosofía de trabajo”, indica.
Cetto se ha ocupado de desarrollar un amplio abanico de opciones para los consumidores, ofreciendo una diversidad de etiquetas, con el manifiesto de diversas varietales y una atractiva posibilidad de ensambles, sustentándose además una atractiva mercadotecnia con precios más que atractivos para veteranos y nuevos consumidores.
“Indudablemente nuestro sentido de la calidad ha sido el eje que nos ha permitido seguir adelante y ser una bodega de avanzada, multipremiada y apreciada en los mercados del mundo. Recuerdo con mucha emoción que cuando hacíamos las pruebas piloto con Nebbiolo, hicimos una cata entre amigos con figuras como Hugo D’Acosta y el Dr. Víctor Torres Alegre, entre otros. Aún tengo presente la cara de satisfacción que mostraron y la expresión de Víctor que dijo: ‘Esta botella me la reservo, porque ya es para exclusivamente para mí”.
La reciente cata realizada en honor del 38 aniversario del Nebbiolo Reserva Privada es ejemplo de la pertinencia, la calidad y el manifiesto de continuidad en el oficio que puede sostener esta bodega mexicana en una lectura desde 1986 hasta 2019 da muestra de la excelencia que la cepa de naturalización bajacaliforniana puede exponer con un lenguaje propio, a través del análisis de imprescindibles sommeliers como Pedro Poncelis, Luis Morones, Manuel Orgaz y Balam García, entre otros.
“Nuestro Nebbiolo Reserva Privada es una gran satisfacción, un vino que ha recibido más de 150 premios y que ampliamente reconocido por los consumidores de países como Inglaterra, Francia, Dinamarca, Bélgica y Estados Unidos, entre muchos otros. Es un vino, que como el Petit Syrah, nos habla de una línea indeclinable de calidad en nuestra enología y del potencial extraordinario de cepas que ya son emblema de nuestro andar en el mundo del vino. Solo hay que recordar también el Petite Syrah 93, que puso a México en el mapa de los reconocimientos internacionales y dio un brinco a la industria nacional ante el interés de los compradores extranjeros.
“Cetto siempre ha sido una bodega orgullosa de México, de la Baja California, de su gente, y del aprecio y el interés que los consumidores han puesto en nuestros vinos. Por eso siempre ha sido una casa abierta para que la gente conozca más y aprecie la riqueza del vino de la región. La gente se sorprendía de la insistencia de don Luis Cetto para que a nuestros visitantes siempre se les agasajara con una cata de cuatro vinos, totalmente gratis. Don Luis solía decir que si la gente ya se había tomado la molestia de hacer un viaje hasta nuestras instalaciones, era justo que al menos les brindaramos una cata. Ese es el espíritu que brilla y se mantiene en nuestra bodega”, expresa feliz y satisfecho Joaquín Leyva.